Autocontrol: cómo ayudar a los niños a gestionar sus impulsos

01.12.2020


El dominio de las emociones y las necesidades es algo que se aprende a lo largo de la vida, no disponemos de esta capacidad desde el momento del nacimiento


El pais. com 

Una mujer y un niño contemplan un puesto del mercado navideño instalado en la Plaza Mayor de Madrid.FERNANDO ALVARADO / EFERAFAEL GUERRERO30 NOV 2020 - 08:50 CET

Imagina una elegante carroza que lleva en su interior un niño pequeño de unos tres años. El niño va cómodamente en su asiento camino de algún lugar. La carroza se mueve por las arterias de la vida gracias a dos caballos que tiran fuertemente de ella. En la parte superior se encuentra el cochero que es quien se encarga de indicarle a los caballos el camino a seguir. Si los caballos están bien domados y entrenados para que hagan caso al cochero, no hay ninguna duda de que ese pequeñín está en buenas manos y llegará, sano y salvo, a su destino. Quizás no sepa a dónde tiene que ir, pero no importa, ya que el cochero es una persona de confianza que protege en todo momento al niño y le llevará a buen puerto. La descripción de esta breve historia tiene cuatro elementos principales que se corresponden, metafóricamente, con los elementos imprescindibles para un buen autocontrol. La carroza simboliza nuestra vida, camino de algún lugar; el cochero la capacidad ejecutiva (concentración, control de los impulsos, planificación, toma de decisiones, etc.); los caballos son la expresión de las emociones y los impulsos, que disponen de una gran fuerza pero de poca razón; y para acabar, el niño simboliza a la persona en cuestión de la que estamos hablando.

Lo cierto es que el dominio de los impulsos, las emociones y las necesidades es algo que se aprende a lo largo de la vida, no disponemos de la capacidad de autocontrol desde el momento del nacimiento. El chiquitín de tres años no tiene la habilidad de decirle a los caballos hacia dónde deben ir, motivo por el cual, es imprescindible la presencia del cochero, una persona madura que vela por los intereses del menor. Él se encargará de dirigir a los caballos por la senda correcta. Ejemplifica una cabeza bien amueblada y con capacidad de decisión. Somos las madres, los padres y los maestros los encargados de ejercer de cocheros de nuestros hijos.

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Suelo utilizar esta metáfora que hace muchos años leí en uno de los libros de Jorge Bucaypara explicar que el autocontrol es algo que se aprende a lo largo de los años y que requiere de varios requisitos. No podemos exigirles a nuestros hijos pequeños que se gestionen emocionalmente solos, que inhiban sus impulsos, que se tranquilicen sin la presencia de un adulto o que tomen decisiones de manera racional y consciente, puesto que esto es algo que se adquiere con la edad y la experiencia. Cuando el niño es pequeño, necesita del cochero de su carroza, que simboliza a los referentes que tiene a su alrededor. Hasta que el niño no va sumando años y experiencia, debe tener un cochero que le ayude en todos los aspectos de su vida y, sobre todo, en su autocontrol y autogestión.

Una de las variables psicológicas que más interés y preocupación suscita a madres, padres y maestros es, sin lugar a dudas, el autocontrol. La impulsividad de los niños y el aprendizaje de las destrezas del cochero es algo por lo que muchos padres nos consultan habitualmente a los profesionales. ¿Qué le pasa a mi hijo? ¿Tiene solución? ¿Es normal o debo preocuparme? ¿Por qué es tan impulsivo? El autocontrol es una habilidad que se aprende y se debe estimular en casa y en la escuela. Podemos definir el autocontrol o también llamado inhibición de impulsos como la capacidad aprendida cuyo objetivo es controlar necesidades, instintos, emociones y pensamientos. ¿Alguna vez has pasado por un escaparate de una pastelería y no has podido resistirte a comprar una palmera de chocolate o un croissant que tenía una pinta impresionante? De esto se trata cuando hablamos de autocontrol, de parar o retrasar algunos impulsos o emociones que, por el motivo que sea, no conviene ni debemos ejecutar. El autocontrol es aquella habilidad en donde aprendemos a inhibir o demorar una necesidad. Es resistir la tentación, ir en contra de lo que nos dicta nuestro cerebro caliente e impulsivo.

Los estudios han demostrado que la genética influye poco en la adquisición del autocontrol. Lo más importante para desarrollar esta capacidad en nuestros hijos es el ambiente donde nos desenvolvamos y las personas que tengamos cerca. El autocontrol es una función ejecutiva que se ha comprobado una y otra vez que es fundamental para una vida exitosa, sana y equilibrada. El neonato no tiene ninguna capacidad de controlar sus impulsos, debido a que su corteza prefrontal, sede del autocontrol en el cerebro, es tremendamente inmadura.