Lo que se esconde detrás de las personas que dudan de sus capacidades

20.05.2019


Actualizado:05/04/2019 10:27h https://www.abc.es/autor/raquel-alcolea-diaz-2346/

Decía Octavio Paz que «aprender a dudar es aprender a pensar»... Aunque la sentencia contiene un positivismo que invita a la reflexión evitando el acto instintivo, una cosa es la duda razonable y constructiva y otra muy distinta, según aclara VerónDecíica Rodríguez Orellana, psicoterapeuta y directora de Coaching Club, es hacer de la duda un tormento cotidiano.

«La duda sistemática hunde sus raíces en la inseguridad aprendida que se gesta en edades tempranas y, dependiendo del grado de incertidumbre, puede llegar a provocar un deterioro en nuestro bienestar personal», artumenta.

Un ejemplo puede encontrarse, en opinión de la experta, en esas personas que, teniendo una formación académica destacable, están (por miedo o inseguridad) cumpliendo funciones correspondientes a una formación inferior a la que han adquirido.

De hecho, el mantra que emerge con la duda patológica es «no soy lo suficientemente bueno, no voy a saber hacerlo».

Piden permiso para todo

La persona que suele pedir permiso para todo y evita llevar la iniciativa anda carente de iniciativa lo hace generalmente porque le resulta cómodo situarse en una zona conocida de seguridad.

Habitualmente se trata de sujetos que comienzan cualquier frase con «perdona» o «disculpa» y su lenguaje denota incertidumbre sobre la situación que tienen que atravesar, ya sea en una conversación o en el desarrollo de un trabajo.

El origen de esta forma de actuar puede encontrarse en algún momento de su vida, normalmente en la infancia. Según explica la experta, esa persona pudo ser reprimida en exceso o su iniciativa natural y espontánea para creer o emprender pudo ser subestimada o interrumpida. A su lado es probable que hubiese padres y maestros que no supieron transmitir el valor de equivocarse como un proceso más del aprendizaje.

Pierden oportunidades

Las consecuencias de esta forma de actuar afectan al ámbito profesional, familiar, sentimental y social.

Tal como revela Rodríguez Orellana, los inseguros son miedosos a la hora de asumir desafíos, piensan que lo malo conocido es mejor y más conveniente que lo bueno por conocer. Y esto hace que suelan perder oportunidades de trabajo.

Cómo recuperar la confianza en el trabajo

Ten en cuenta que solo tú mandas en tus emociones y nadie más. Lo importante no es tanto lo que se diga contra nosotros sino en cómo interpretas lo que se dice.

Aprende a enfocar la crítica de una manera objetiva y constructiva. El conflicto puede ser bueno si lo vives como un aprendizaje. Intenta separar ese juicio que ha emitido sobre ti un compañero de trabajo y piensa ¿puedo aprender algo de esto? Normalmente los desacuerdos sirven para reequilibrar las relaciones, mejorar la comunicación, poner límites a los errores e incluso pueden desembocar en la creación de nuevas ideas.

Esfuérzate en hacer lo que quieres en lugar de focalizarte siempre en lo que los demás piensan que tendrías que hacer. Pregúntate qué es lo que necesitas, lo que quieres, cuáles son tus objetivos y cuáles son los miedos que pueden distorsionar tu iniciativa. Una pregunta útil puede ser: ¿Me influye en exceso lo que los demás esperan de mi?

En el ámbito afectivo, dudan sobre si son lo suficientemente buenos para el otro y sobre si realmente se merecen estar en pareja. Suelen necesitar varios años para tomar resoluciones de cualquier tipo relativas a su estilo de vida.

La afectividad tiene etapa evolutivas y cuando éstas no se transitan por temor, desazón o incertidumbre influye negativamente en la persona. «La peor ansiedad es la que produce el estancamiento, el marasmo», afirma la directora de Coaching Club.

Cómo recuperar la confianza en el ámbito afectivo

Recuerda que la crítica a una idea, una actitud o una actividad que te guste no es un rechazo a tu persona. A lo mejor te han dicho que tus gustos en cine son pésimos: mantén el rechazo dentro de ese campo. Nadie ha dicho que tu seas pésimo.

No puedes agradar a todo el mundo. El rechazo siempre llega en algún momento. En consecuencia, necesitar la aprobación de la pareja constantemente «es algo bastante irracional e inefectivo y nos volverá personas muy dependientes», revela la experta. Si uno se preocupa por agradar todo el tiempo, se deja de lado a sí mismo.

Genera momentos de conexión y aumenta la amistad en la relación. Esto ayudará a que crezca la confianza y la autoestima, así como a reforzar la calidad del vínculo y la complicidad. No son necesarios cenas espectaculares ni regalos caros. «Un alto en el camino para compartir un café puede ayudar a construir un ambiente de seguridad que permita la relajación necesaria para ser uno mismo», apunta.

Una adecuada distribución del poder en la relación ayuda a crear un buen «nosotros». El poder es algo que se establece en todas las relaciones y la pareja no es la excepción. Pero para que la pareja constituya una unión sana y equitativa, dicho poder debe circular de forma fluida y equilibrada. «El mayor riesgo para las personas inseguras de sí mismas es ubicarse dentro de la pareja dándole el poder absoluto a la otra parte, ya que este desequilibrio terminará derivando en una situación asimétrica y dolorosa», avisa Verónica Rodríguez.

Sé consciente de que lo único que permanece constante en el tiempo es el cambio y que se puede evolucionar. La pareja es un estado que requiere una constante construcción y mantenimiento por parte de sus integrantes. Si los sujetos son personas creativas, sabrán dotar a la relación de los ingredientes necesarios, generando un aprendizaje mutuo. Eso sí, la experta afirma que es imprescindible recordar que no hay nada que se mantenga fijo para siempre.